Sé curioso. Haz preguntas sobre aficiones, valores, teología, familia, amigos, trabajo, sueños, habilidades, etc. Escucha las respuestas. Escucha de verdad. No te limites a preparar tu siguiente respuesta mientras hablan, sin asimilar lo que están compartiendo.
Trátalos como a un interesante hijo de Dios al que merece la pena conocer, aunque no funcione. No están en una entrevista de trabajo, ni tú tampoco. No te marches si te das cuenta de que no va a funcionar. Acaba bien si te marchas con su respeto, puede que más tarde piensen en presentarte a un amigo 😉